Mujer árbol.

Mujer árbol.
Acuarela sobre opalina de Esteban Flores "Art Bob Corn"

jueves, 3 de junio de 2010

Artes ceñidas

CÉZZANE

Deshace julio en vapor los cristales
de las ventanas del agua y del aire.

En el blanco azul tornasol del mantel
los frutos toman posturas eternas
para el ojo y para el pincel.

Junto a las naranjas de abiertos poros
las manzanas se pintan demasiado,
y a los duraznos, por su piel de quince años,
dan deseos de acariciarlos.
Los perones rodaron su mármol transparente
lejos de las peras pecosas
y de las nueces arrugadas.

¡Calor! Sin embargo, da pena
beberse la "naturaleza muerta"
que han dejado dentro del vaso.

-Xavier Villaurrutia-


Este poema está inspirado en el trabajo plástico del pintor francés Cézzane. La imagen es una de sus pinturas. Villaurrutia dedica este poema al poeta Carlos Pellicer; el poema aparece en el poemario Reflejos.

miércoles, 2 de junio de 2010

Anáfora

Alguien.


Alguien se empecina en cantar la canción que me materializa,

se esconde como gato,

como ojos tremendos a la luz de la oscuridad,

respira,

vive en lo virtual de mi vida,

me encadena.



Alguien prevalece dentro de mí, me comprime

y se come mi voz que agoniza.



Vibrato pequeño que busca llegar al otro lado

pero se estrella en la pantalla de la lejanía.



Alguien con manos caligráficas y piernas como el tronco del árbol de ayer,

atestigua el poder de una mentira

bajo la máscara de mis palabras.



Alguien abre la puerta de lo confuso pero no me deja salir. Alguien eres tú.

-Mío-

Anáfora II

Retorno a tu risa cada lunada,

la guardo entre las sábanas y la espalda,

sueño con ella,

la seduzco,

la dilato,

la desgajo,

la devoro,

me la unto,

me fecundo con ella,

me demoro en ella,

palpito con ella,

arborezco en ella,

conquisto mundos,

los reformo,

alcanzo el cosmos con ella…

… entonces suena implacable mi alarma, y yo, sin ella.

-Mío-

domingo, 21 de marzo de 2010

Poemilla gráfico







Observa la fluctuante oscilación de nuestro amor: 


engrandece para



disminuir, asi será constantemente...


-Mío-

Poema gráfico

A - le - tar - ga - do,
como linfa d
                         e
                           r

                             r
                               a
                                 m
                                    a
                                       d
                                          a,
                                              bebe mi corazón la amargura de tu ausencia.

-Es mío-

lunes, 8 de marzo de 2010

Soneto de Amor

Como agua cristalina de la fuente
son a veces de puras mis pasiones,
y otras veces mis turbias emociones
semejan la locura del torrente.

Cuando el mar es tranquilo y transparente
se parece a mis suaves sensaciones,
cuando desborda su agua en contorsiones,
remeda el desbocar de mi corriente.

Mi alma que es llorosa, se transforma;
también es visitada por el llanto;
como el agua, es cambiante a cada forma;

pero, dulce o tenaz, se oye su canto
que en murmullos de ola, se conforma
a mareas de amor o de quebranto.

-Guadalupe Amor-

Curioso ensayo.

Breve elogio de la guanábana.

Emprender un elogio frutal demanda severidad. Hay que escribir la verdad sin excederse, sin decaer al ditirambo de la fruta. Hay que recordar que la fruta se pasa, que cuando se pasa ofende la lengua con su sabor dulzón de fermentos y podredumbre. Hay que celebrar la fruta, pero nunca hay que otorgarle ninguna perfección. Hay que elogiarla con elegancia, sin reducirse al panegírico.
   Para elogiar a la guanábana, hay que reconocer primero que es una fruta muy fea. Por su exterior, parece el embrión de un reptil. Parece como que, si se le dejara madurar al sol tropical, le saldrían patas y un hocico y los ciudadanos le podrían llamar entonces cocodrilo. La guanábana, huevo de gran sapo, tiene escamas y la piel gruesa. Nunca, por su exterior, dejaríamos que le hiciera compañía en el frutero a una pera, nunca jamás la dejaríamos a solas con un chabacano. No sabemos qué le haría a una fruta tersa, a una fruta sorosada: quizá la mordiera o la tocara y la hiciera perder su inocencia.
   Para elogiar la guanábana, entonces, hay que elogiarla a solas. Su apariencia la aleja de la comunidad de las frutas. Hay que respetar su aspecto y su lejanía. Podríamos abrirla para hacer su elogio. Por dentro la guanábana es blanca. Su color interno, si nuestras inclinaciones son morales, podría conducirnos a atribuirle bondad. Si la pulpa es como el alma, la blancura inmaculada de la guanábana indica sus altas cualidades. No sólo es blanco el interior de la guanábana. Tiene adentro pepitas negras, envueltas en un película opaca. Las pepitas o huesos, además, son suaves y sueltan un zumo desagradable si uno las muerde. Si nuestras inclinaciones son estéticas, entonces podemos hacer el elogio de la guanábana alabando su interior de claroscuro, su disposición interna de contrastes, las pepitas negras incrustadas en la pulpa blanca, longitudinal y transversalemente en patrón simétrico. No hay estética que no suponga una moral, ni exterior sin relación con su interior . La guanábana, reptil posible, tiene la pulpa, quizá el alma, blanca, pero en su alma blanca hay incrustados huesos negros. Está sola por bondad: por no dar a los otros sus semillas de malignidad. De esta conclusión, podríamos proseguir y comparar las guanábana con el cuento antiguo de la bella y la bestia y con su aplicación romántica, la novela parisina del jorobado. De esta comparación, por sí sola, se puede suponer ya la redención de la guanábana: habrá una fiesta en el frutero en que las frutas recibirán entre ellas a la que hasta ahora está sola. Mientras esa fecha se cumple, hay que elogiar la guanábana por su masedumbre. En las juguerías, establecimientos numerosos, pequeños y deliciosos, se deja cortar por el juguero. No opone resistencia y en cuchillo la separa en dos mitades, dejándola lista para licuar y moler y batir con ella preparaciones diversas. De esas preparaciones las más conocidas son las que se hacen con agua, las que se hacen con leche y un híbrido, el esquimo. Hay que evitar, si se quieren saborear las cualidades espirituales de la guanábana, que el juguero le ponga canela en polvo a sus preparaciones. La canela, como nos informa cierta poesía mexicana modernista, tiene virtudes exóticas, un no sé qué amoroso, que opaca al reptil manso, a la fruta solitaria. El sacrificio de la fruta fea es reconocido por la gente, que pide aguas y licuados de guanábana.
   Se nos dirá que no la piden por eso, sino por su sabor. Contestamos: ¿a qué sabe pues la guanábana? Como la ciencia de los sabores tiene un léxico equívoco, podemos decir que sabe a masedumbre, a sacrificio, a redención. El esquimo de guanábana se deja partir por el cuchillo del juguero  para no madurar, para no hacerse un lagarto y no pervertir a las ciruelas ni a los mangos. 
  


-De Mauricio Sanders en Nostalgia del vapor y otros ensayos nones, pág. 38.